Yamas y Niyamas
Cuando llevas un tiempo practicando Yoga puede ocurrir que empiece a aparecer un sentimiento de estancamiento, de falta de entusiasmo.
Conforme practicamos más tiempo yoga, especialmente meditación, vamos siendo cada vez más conscientes de aspectos varios de nuestra vida, desde nuestra relación con nuestro propio cuerpo hasta actitudes respecto de nosotros mismos y respecto lo de fuera. En general el yoga nos irá mostrando diferentes aspectos de nuestra vida que tal vez hasta ahora no habíamos percibido.
Y no es extraño si de repente se despierta en nosotros cierta resistencia. Hemos crecido con una serie de hábitos físicos, mentales y emocionales y ver como empiezan a desmoronarse y dejan de tener sentido, nos produce miedo. Y de esta forma sin darnos cuenta empezamos a perder interés. Nuestra mente nos hace sentir enojados, impacientes, flojos y creemos que ya no nos aporta nada y que la técnica no funciona porque no nos produce bienestar que probablemente fue el motivo inicial que te empujó a practicar yoga.
Cuando la mente no te acompaña en tu práctica surgirán problemas. No es tu cuerpo, no es tu vida, no es tu entorno, ni el clima ni tu trabajo ni tu familia… es tu mente.
En este punto necesitas un cambio de actitud sino quieres perder esta importante oportunidad de desarrollo. Profundizar en tu práctica, crecer.
Recurrimos aquí a las bases del yoga, a dar mayor sustento a nuestra práctica.
Cuando vemos el árbol del yoga, observamos una representación del yoga clásico. El sistema de Yoga de Patanjali, el más extendido en occidente, tiene 8 pasos que son las etapas que todo aspirante a estado de Yoga puede seguir.
Tengamos en cuenta que de estos 8 pasos habitualmente en cualquier clase de yoga solo se trabaja el tercero de ellos, Asana, y como mucho la meditación. Este formato de yoga occidentalizado pretende recoger frutos de un árbol del que ni siquiera plantó la semilla. Y es por este motivo que después de cierto tiempo la desmotivación nos invade, la mente nos confronta y al no saber cómo resolverlo, abandonamos o aun peor, continuamos por inercia en algo que ya no nos aporta.
Yamas y Niyamas son ayudas para nuestra práctica.
Yamas: Código de conducta social
Aimsa – no violencia
Satya – verdad
Asteya – no robar, generosidad
Aparigraha – desapego
Brahmacharya – Conciencia superior
Niyamas: Código de conducta personal
Saucha – pureza y limpieza
Santosha – contento, satisfacción
Tapas – disciplina, voluntad
Svadyaya – estudio y reflexión
Ishvara Pranidhana – refugio en infinito
Recordemos que los Yamas /Niyamas constituyen los dos primeros escalones del árbol del yoga. Y están destinados a resolver el conflicto entre las acciones internas y las acciones externas. De tal forma que con el ejercicio de ellos unido a la práctica del resto de las etapas del Yoga, logren armonizar la vida humana, y con esa armonía llegar a tener una mente calmada y apaciguada que genere acciones y pensamientos positivos.
Resumiendo,
Yoga tiene una estructura, no es solo asana y relajación, no es solo pranayama y meditación, es un conjunto de técnicas que te llevan a reorganizar tu sistema nervioso, a poner luz donde no la había, a diversificar tus percepciones. En definitiva te lleva a desarrollar habilidades.
Si en tu relación con el yoga empiezas a elegir con qué parte de la estructura te quedas y con cual no, el combo completo no estará haciendo el efecto completo. Tú ya mantienes una relación con los conceptos de Yama y niyama, no es algo ajeno a tu ser, la disciplina del yoga te propone una revisión interna que te ayudará a avanzar en el proceso de autoconocimiento. Y si no analizas bien en qué punto estás, la adquisición de todas estas nuevas técnicas para el desarrollo de habilidades se complica. Esa incoherencia jugará en tu contra.
Yama y niyama buscan llegar a un estado mental en que tu potencial y energía estén funcionando óptimamente para poder manifestar el Ser único que ya eres.
La vida cotidiana te ofrece el tablero de juego en qué poder practicar estos principios.
Cuando sigues yama y niyama, vas siendo más libre y ganas en claridad, armonía e inspiración. Y de esta forma te vas incluyendo en este fluir de la vida del que te apartas cuando tienes un estado mental ofuscado y confuso.
Ajústate como humano para manifestar el ser en ti. El humano tiene esta capacidad de tener una existencia elevada, hay que tu vida humana merezca la pena, hazla valiosa, brillante y luminosa.
COMO PUEDES TRABAJAR LOS YAMAS Y NIYAMAS EN MEDITACIÓN REFLEXIVA
Además del trabajo personal en la vida cotidiana con estos principios, para dar mayor impulso puedes reflexionar acerca de estos conceptos en tus meditaciones. Si bien la meditación no se define como un periodo de reflexión, es necesario comprender profundamente y sincerarnos con nosotros mismos para que podamos poco a poco ir transformándonos. Y a veces el mejor momento para hacer este trabajo es el momento de la meditación, donde el silencio interno permite escucharnos mejor.
En primer lugar debes partir de un estado de la mente:
- Relajada: Sin pensamientos obsesivos. Abierta a percibirse a su misma.
- Atenta: Mente despierta sin caer aburridos/dormidos.
Detente en ese espacio y experimenta el pensamiento, permite que se esfume. Si el pensador no piensa el pensamiento, éste desaparece.
Si tu diálogo interno empieza a ser poco cariñoso, violento o engañoso. Observa cómo reacciona tu cuerpo y/o respiración ante esa actitud.
Meditar reflexivamente es ir razonando, pensando y observando. Dándote cuenta de detalles del concepto sobre el que meditas que se aplican a ti. De esta forma te vas habituando y acostumbrando a incorporar estos nuevos conceptos en tu mecanismo de relación con el entorno y contigo mismo. Enriquece tu mente y sácala de sus formas habituales de pensamiento.
Una vez hayas meditado de esta forma, deja reposar tu mente abandonando todo pensamiento. Reposa tu mente en las conclusiones.