El puente hacia la meditación. Parte 1

El puente hacia la meditación. Parte 1

Parte 1 – Accediendo a la totalidad del yoga.

Es común que el practicante de yoga comience centrándose en los movimientos de su cuerpo, en lo que conocemos como posturas de Yoga ya que es lo más vistoso y nuestra cultura adora todo lo que puede hacer con el cuerpo.

De esta forma durante los primeros meses, y tal vez años, la rutina del practicante suele ser una secuencia de posturas de más o menos dificultad si acaso unidas a la respiración en el mejor de los casos. Sin embargo, este tipo de práctica si bien es de gran beneficio físico en la mayoría de los casos, con el pasar del tiempo va a quedarse incompleta si nuestro objetivo es conocer los entresijos del yoga y poder aplicarlo en nuestra vida mejorándola en otros aspectos.

Y aquí está nuestro punto de partida.

Si atendemos a los que se ha venido a llamar los 8 pasos del yoga de Patanjali descritos en los Yogasutras (puedes leer sobre ellos aquí: El Yoga de Patanjali – El camino del yoga), cuando practicamos posturas estamos atendiendo solo al escalón Asana. Y con suerte hayas oído hablar de las disciplinas éticas de Yama y Niyama de pasada en alguna clase o texto. Y ya con mucha suerte te hayan explicado alguna técnica respiratoria, lo que se llama en la nomenclatura yóguica: pranayama. Y hasta ahí. Pero esto queda cojo sin atender al resto de pasos.

Estamos hablando de los pasos más complicados de comprender y tal vez los más desafiantes a la hora de practicar: prathyahara (control de los sentidos), dharana (concentración) y dhyana (meditación)

Para empezar te voy a explicar dos conceptos que te van a ir muy bien para sostener una práctica más comprometida y de mayor profundidad. Los vamos a llamar “los pilares de la práctica del yoga”

Los pilares de la práctica: Abhyasa y Vairagya

Abhyasa se puede entender como perseverancia, la práctica continuada e ininterrumpida. Según los Yogasutra (1:13) de Patañjali: “Abhyasa es el esfuerzo por conseguir estabilidad en ese estado de cese de las fluctuaciones de la mente”. Y en el siguiente Sutra 1:14: “Pero esta práctica se arraiga firmemente sólo después de que se ha cultivado de manera adecuada y durante mucho tiempo de forma ininterrumpida”.

Son numerosos los textos clásicos que mencionan la importancia de la práctica perseverante y continuada. Y notamos aquí que no se trata de un esfuerzo físico con el cuerpo a través de asana sino más bien el esfuerzo de lograr cesar las fluctuaciones de la mente. Y esto es de suma importancia ya que de alguna forma restaría importancia a asana entendida como postura corporal. Ya que cualquier actitud, sea en asana o no, que te permita estabilizarte en la quietud de la mente en un periodo largo, se convertiría en un yoga, una forma de “hacer yoga”.

Y la repetición tiene aquí especial relevancia, ya que solo a través de la repetición se logra una verdadera y profunda transformación. En ocasiones sentimos que hay cierto estancamiento y entonces empezamos a pensar que este o aquel método no funciona y nos lanzamos a “picotear” de todo un poco. Sin embargo, no nos damos cuenta que no estamos sosteniendo la práctica el necesario tiempo para lograr avances. No es que el método no funcione, sino que somos nosotros los que con nuestra actitud impaciente y el enfoque en obtener “metas” pretendemos un impacto importante a través de algo con lo que no estamos verdaderamente comprometidos. Te invito a reflexionar acerca de esto…

Vairagya se traduce como desapego. El desapego de lo mundano, lo accesorio e irrelevante. En el Yogasutra (1:15): “Vairagya es la certeza de dominio del yogui que no tiene sed de cosas que sean tangibles y reveladas (o invisibles)”.

Es importante reflexionar profundamente acerca de lo que supone el deseo de lo mundano, de cómo nos esclaviza y nos mantiene a merced de los vientos que soplan. Y en ese estado es imposible alcanzar esa estabilidad mental que anhelamos.

Llegados a este punto es interesante reflexionar acerca de la impermanencia, muy útil para ver en ti mismo cómo todo aquello que en determinado momento te perturba o persigues, pasado cierto tiempo va dejando de tener ese poder sobre ti. Es algo efímero que o bien una vez superado lo olvidas o bien una vez logrado lo dejas de desear.

Es importante comprender bien el desapego al que se refieren estas filosofías para no caer en la idea de que es algo inalcanzable en nuestros tiempos porque simplemente no es realizable a nivel material. No debemos interpretar el desapego como el abandono de todo lo material y la vida ascética. Sin duda necesitamos ciertas comodidades sin las cuales no estaríamos haciendo este trabajo interno, sino más bien buscando el sustento para sobrevivir un día más.

Pero hay un “desapego” mucho más valioso que el material, Vairagya se refiere al abandono de los velos mentales, de los falsos valores y percepciones que nos condicionan. De nuestros deseos y aversiones que nos perturban.

Y he aquí el primer reto de entre muchos: discernir qué hay de falso y de verdadero. Y he aquí también la primera tarea: el entrenamiento de una mente estable y clara que permita discernir. Y en este punto por suerte disponemos del yoga, con todo su catálogo de herramientas y prácticas totalmente centradas en este reto.

¿Cómo nos ayuda el yoga?

Brindando un desarrollo gradual de la comprensión de la naturaleza de la realidad. Cuando te centras en esta tarea no necesitas rechazar nada de lo que ya hay, poco a poco simplemente empiezas a vivir y percibir de una forma que te permite una visión más amplia. Evitas quedar atrapado en tus deseos, apegos y visiones egoicas de la que has llamado “realidad”.

De esta forma abhyasa y vairagya son una actitud, el verdadero anhelo por trascender y conocer. Y de nuevo a veces boicoteamos nuestro progreso por esa falta de espíritu del desapego y la disciplina. Al estar constantemente defendiendo los velos que nos confunden y que nos cuesta soltar. Reflexiona acerca de cómo a veces tú mism@ boicoteas el proceso.

Propuesta de Meditación

Meditación 1 – Relajando el cuerpo en postura fácil y viviendo la experiencia del cuerpo.