El conflicto interno
Desde nuestra perspectiva del ser humano como algo completo no separado ni en sus partes ni del exterior, en la disciplina del yoga consideramos el conflicto interno como fuente de enfermedad y desequilibrios indeseados que impiden el crecimiento y el estado saludable de la mente y el cuerpo.
A menudo sin darnos cuenta realizamos acciones físicas, mentales o verbales dañinas, no solamente en el sentido ético de causar daño en los demás, sino en la perspectiva de que van en contra de la realidad, de la naturaleza, creando así conflictos con otras personas, con el medio ambiente, con otros seres y con la propia salud. Internamente esto genera estados mentales confusos. Con el tiempo adquirimos patrones mentales automatizados y condicionamientos que perpetúan estas acciones dañinas. A su vez entramos en procesos mentales aflictivos, en emociones que no nos permiten ver y sentir con claridad y que causan movimientos internos involuntarios que cambian nuestro parecer y nos provocan estados emocionales oscuros.
Por otra parte el ego y su egocentrismo, nos hace reaccionar de una forma exagerada y desmesurada ante todo lo que transcurre en la vida. Todo lo que acontece parece que tenga que ver con nosotros y por ello no sentimos responsables de actuar ante ello entrando en un proceso mental que alimenta cada vez mas la ilusión del yo y perpetúa el conflicto interno.
Cuando debido a la ignorancia de quienes somos y de cuál es nuestra verdadera naturaleza de Consciencia pura, tratamos de llenar ese vació con un “falso yo” o “ego” y densificamos este yo, pasa a ser lo único conocido y empezamos a experimentar la realidad como consumidores de ella. Desarrollamos un mecanismo de protección y de satisfacción, ansiamos sensaciones placenteras y evitamos sensaciones dolorosas. Reaccionamos de forma exagerada a través del deseo y la aversión. Pasamos a valorar todo lo percibido a partir de cómo afecta al yo, si me gusta y me va bien o no me gusta y me va mal.
Este ego construído, provoca un egocentrismo enfermizo que a su vez condiciona la visión de la realidad y perpetua acciones kármicas.
Uno de los motivos por el que surge el conflicto interno es cuando nuestro ego o personalidad adquirida a través de hábitos mentales tiene conflicto con algo que no le gusta del exterior. Bien porque le causa enojo, porque no cumple sus expectativas o deseos o porque se escapa de su control. Todo ello conduce a una incomodidad interna que en muchas ocasiones queremos calmar con alguna acción externa y no hacemos más que aumentar o avivar esa incomodidad. En parte porque no entendemos de donde viene y a veces incluso se escapa de nuestra propia lógica al ser un comportamiento aprendido que no hemos logrado desaprender.
Otro motivo es la existencia de incoherencia dentro de nosotros. Cuando lo que somos y lo que manifestamos en el plano físico a través de nuestras acciones o nuestra palabra o pensamiento, no se corresponden ni guardan coherencia.
En ambos casos se produce un desequilibrio interno, un desbalanceo de nuestra energía que acaba alimentando el proceso de enfermedad física o mental.
Cuando entramos en un proceso de conflicto interno nos sentimos confundidos y bloqueados. No somos capaces de actuar y pensar de forma clara. Para la ciencia del yoga en este momento nuestra energía o prana se encuentra disperso y sin enfoque y esto es lo que a la larga provoca que la energía vital no se suministre adecuadamente a todos nuestros órganos y termine por manifestar disfunciones.
Para solventar situaciones de este tipo por una parte es recomendable indagar acerca de qué tipo de hábito mental nos conduce a esto. Tratar de descifrar procesos inconscientes que están instalados y que nos llevan a reacciones no deseadas. Acompañar este proceso con un mayor autoconocimiento también eliminará las posibilidades de comportamientos incoherentes o poco afines a nuestra naturaleza.
A nivel físico vamos a trabajarlo intentado volver nuestra energía o prana a una distribución adecuada en nuestro cuerpo con ejercicios de pranayama, técnicas de respiración, o meditación.