Ahimsa
No violencia
Para integrar el principio de No violencia lo ponemos en práctica primero en nuestra clase de yoga/relajación/meditación, para luego ir ampliando a otros aspectos de nuestra vida y finalmente a nuestra relación con los demás.
Aplica el principio de Ahimsa en tu clase de yoga y contigo misma
- Habita tu cuerpo y sincroniza a tu ritmo la respiración y el movimiento.
- Date tiempo para entrar en la secuencia o meditación que estés trabajando.
- Detecta en cada momento si el ejercicio o secuencia son objeto de dolor físico. En ese caso tu respiración se volverá irregular, el cuerpo se tensará y te pondrás a la defensiva, volviendo así al viejo patrón de maltrato a ti mismo.
- Trata contigo mismo en todo momento con amabilidad y consideración.
- Observa si tu diálogo interno es exigente o violento. Y observa cómo reacciona tu cuerpo a este diálogo, cómo reacciona tu respiración o tu estado nervioso.
Así como el cuerpo se adapta y construye poco a poco la fuerza, resistencia y elasticidad necesarias para la práctica, de la misma forma, la mente se habituará a trabajar con un patrón más amoroso e iremos así cambiando nuestra relación con ella.
Para no hacernos daño primero tenemos que saber qué nos hace daño, para ello practicamos con un alto grado de percepción y atención, para ir detectando tensiones que nos podemos estar ocasionando sin saberlo. A menudo el cuerpo nos ofrece mucha mas información de la que estamos habituados a escuchar. Es necesario entrenarse en la autobservación y en la actitud de escucha, deteniéndonos las veces que necesitemos para ir desarrollando este aprendizaje del propio cuerpo.
A veces procedemos de entornos competitivos donde hemos logrado metas con sacrificio y dureza. Esto no significa que no vayamos a lograr metas en este camino, sino que la forma y tiempos en que lo hacemos serán mas cuidadosos. Y por tanto la motivación será interna y no procedente de la comparación con otros o por unos estándares preestablecidos.
Este trabajo comprometido en la clase de yoga facilitará la toma de consciencia del cuerpo también fuera de la sala. Detectando cuando se producen tensiones o movimientos bruscos. Desarrollar la autoescucha enseña a no forzar la situación o la posición y a ser conscientes de cuando al hacerlo repercuta en un daño físico, mental o emocional. Aprendiendo a soltar tensiones que sobrecargan el sistema y tratándonos con respeto no será difícil rechazar lo que nos daña.
En definitiva se trata de actuar con inteligencia y sabiduría para cuidarnos.
Aplica el principio de Ahimsa fuera de tu clase de yoga
De entrada todos pensamos que cumplimos Ahimsa porque no dañamos a nadie y porque tratamos de ser buenas personas con los demás. Sin embargo hemos de tener en cuenta varias cosas con el fin de ir ampliando este concepto y poder integrarlo a nuestra vida. Recordamos 2 conceptos:
- ¿Qué es la no violencia? No violencia es no hacer daño y hacer daño es que algo externo detenga o modifique:
- La existencia física (nuestro o de otro ser)
- El desarrollo mental (nuestro o de otro ser)
- El desarrollo espiritual (nuestro o de otro ser)
- Acciones de cuerpo-acción/mente-pensamiento/palabra
Por tanto no hacer daño es evitar acciones de cuerpo, palabra o mente que tengan alguno de estos efectos y por tanto causen sufrimiento/daño a otros seres o a nosotros mismos.
Cuando pretendemos aplicar el principio de Ahimsa a nuestro entorno cercano hay varias preguntas que podemos hacernos:
¿dedicamos tiempo de calidad en escuchar y atender a los demás?, ¿tenemos la intención de ser menos agresivo con las palabras?, ¿tenemos la intención de criticar menos a los demás?, ¿dedicamos tiempo de calidad a nosotros mismos y a hacer reflexiones importantes que nos atañen?, ¿cultivamos pensamientos que nos sirven o por el contrario los pensamientos nos hacen sentir mal y nos impiden crecer?, ¿somos tolerantes con personas diferentes?, ¿escuchamos de forma pacífica a los demás o lo sentimos como un ataque y saltamos en nuestra defensa?, ¿nos sumamos con facilidad a la polaridad y actos violentos de palabra o pensamiento de la sociedad que habitamos?
Es importante hacernos preguntas y ser realmente sinceros si nuestra intención es sostener y perfeccionar el principio de la “no violencia”. Conforme avanzamos en la práctica de yoga despiertan nuevas sensibilidades y percepciones de forma tal que al igual que seremos capaces de detectar maltrato con nosotros mismos también lo detectarás en los demás. De esta forma podremos colaborar con mantener el principio de Ahimsa.
Cuando pretendemos aplicar el principio a nuestro papel como ciudadano del mundo empiezas a darte cuenta de forma más frecuente de cómo las acciones o decisiones afectan al medio en que vivimos. Por ejemplo es habitual no darnos cuenta de cómo nuestros hábitos de consumo afectan al planeta y a otros seres o pueblos. Cuando atiendes a todo esto diariamente podemos caer en la abrumación o desánimo, pero se trata de reflexionar y ser conscientes de que nuestros actos tienen una repercusión y poco a poco ir incorporando la capacidad de tomar decisiones que minimicen nuestro daño.
Probablemente con el tiempo te darás cuenta que vivir 100% respetando Ahimsa no es posible. Puede que incluso sientas culpa por no poder colaborar a aliviar el daño de otros. Si así fuera recuerda que la culpa te daña a ti mismo y te impide avanzar y ver con claridad.
Está claro que en nuestra naturaleza material funciona de una forma concreta y para la supervivencia de unos, otros mueren. Pero siempre puedes elegir qué camino y qué decisión tomar que hagan el menor daño posible y por supuesto que no haya una intención de dañar.
Es decir pondera tus decisiones con esa variable, para entrenar a tu mente a percibir el sufrimiento y tratar de evitar colaborar con el.
Ahimsa forma parte de la disciplina del yoga. Se dice que los yamas y niyamas controlan las pasiones del yogui y lo mantienen en armonía con las personas y con su entorno. Favoreciendo así el logro del estado de yoga que anhela.
Aprovecha cada oportunidad en tu vida y con los demás para ejercitar este estado de armonía.